Érase una vez un árbol que nos recuerda a las cariátides, esas
estatuas de piedra que representan a mujeres, casi siempre diosas, que a veces
sustituyen las columnas de algunos templos para sostener el techo.
En efecto, según la leyenda mítica griega, Dioniso, dios del éxtasis
místico (que para los romanos se convirtió en Baco, dios de la vid y las
fiestas orgiásticas), se enamoró de Caria, una princesa de Laconia. Se daba el
caso de que tenía dos hermanas que, por celos, denunciaron estos culpables
amores a su padre. para vengarse de ellas, Dioniso las transformó en estatuas
de piedra. Sin embargo, Caria, que amaba a sus hermanas, murió de pena.
Entonces, Dioniso transformó el cuerpo de Caria en nogal, que en griego se dice
karyon, es decir caria o cario, que significa ''nuez'', pero también ''hueso''.
Pero nuestros antepasados consideraron también el nogal un árbol
adivinatorio (consagrado tanto a Diana-Artemisa, la diosa cazadora, como
Proserpina-Perséfone, hija de Deméter, secuestrada por Hades-Plutón, dios de
los Infiernos), ¡un árbol inquietante! pues, bajo el cual se desaconsejaba
adormilarse o dormir.
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